Durante años, la familia Smurl sufrió la persecución de oscuras fuerzas demoníacas incluso fuera de su vivienda habitual. Hicieron falta más de tres exorcismos para expulsar a los perversos espíritus de sus vidas. Esta es la historia de la bautizada como “casa de las almas perdidas”:
A mediados de la década de los setenta, un huracán destruyó la que había sido su vivienda hasta ese momento, y es entonces cuando la famila Smurl, formada por el matrimonio (Jack y Janet), sus dos primeras hijas y los padres de Jack, decide mudarse a un lugar más cálido y seco. Encuentran una casa que les agrada en Pittston, Pennsylvania, aunque tienen que realizar algunas reformas antes de instalarse completamente. Durante estas pequeñas obras es cuando suceden los primeros hechos anómalos en la casa, sin que los Smurl le den mucha importancia. En una ocasión, Jack se encontraba ultimando el fregadero de la cocina, cuando desaparece misteriosamente el martillo que estaba utilizando. Estando prácticamente metido dentro del armario apretando las tuberías, una fuerza hercúlea de origen desconocido le empuja hacia fuera cayendo de espaldas en medio de la cocina. Janet, mientras, se ocupaba de pintar las paredes con pintura blanca. En uno de los tabiques había una gran mancha negra, que Janet se apresuró a tapar con el rodillo. Se alejó un momento para intercambiar unas palabras con su marido, y cuando volvió observó extrañada cómo la mancha había vuelto a aparecer otra vez sobre la pintura blanca.
En otra ocasión, estando desayunando toda la familia en la cocina, la tostadora echa a arder de repente sin estar ni siquiera enchufada. A pesar de estas pequeñas contrariedades, Janet recuerda que los primeros años en aquella casa fueron especialmente prósperos. La familia estaba integrada plenamente en la comunidad. Regularmente acudían y colaboraban con la iglesia local, ya que los Smurl eran unos fervientes católicos. En esta época es cuando Janet tiene a las gemelas Shannon y Carin.
En marzo de 1985, los fenómenos comienzan a reproducirse cada vez más activamente. Un calentador que habían puesto nuevo tuvieron que cambiarlo a los seis meses. También tuvieron que cambiar el sistema eléctrico tres veces, y aún así las facturas que les llegaban eran astronómicas. Mary, la madre de Jack, sufre un ataque al corazón y apenas puede salir de casa. Janet se quejaba de estas circunstancias diciendo que “los contratiempos que sufre de vez en cuando la gente normal para nosotros eran constantes”. Una vez que ella se encontraba en el sótano haciendo la colada, pudo escuchar perfectamente cómo una voz, que reconoció como la de la madre de Jack, la llamaba por su nombre, mientras que las luces no paraban de parpadear. Al subir las escaleras para responder a la llamada, comprobó que en la casa no había nadie. Intrigada por si la mujer necesitaba ayuda realmente, tocó a la puerta de sus suegros. La madre de Jack le abrió la puerta con un enfado notorio, pues según ella había escuchado a Janet proferir todo tipo de palabras malsonantes.
Frecuentemente se oían pasos en las escaleras, gruñidos como “de cerdo” y del interior de las paredes parecían surgir violentos golpes. La puerta del baño apareció un día totalmente arañada por dentro. Los cajones de los muebles se abrían y cerraban solos, y a veces de repente bajaba la temperatura dentro de la casa acusadamente. Ni el perro pastor alemán de la familia se libraba de los ataques.
Muchas noches una extraña niebla blanca entra por la ventana de la habitación del matrimonio, coincidiendo con que Janet siente que unas manos que no son las de su marido la acarician en su lecho. Janet se siente cada vez más inquieta dentro del lugar donde tendría que residir su intimidad. Jack intenta tranquilizarla diciéndole que es una mujer muy atareada y que quizá no debería llevar a cabo tantas tareas dentro y fuera de casa.
Mientras tanto, siguen desapareciendo objetos y reapareciendo en otros lugares de la casa. Estando Janet con sus hijas en la planta baja, puede escuchar con claridad el sonido de la ducha en la planta de arriba. Sin embargo, la niñas no oyen nada, lo que hace preguntarse a Janet si realmente no se está volviendo loca. Pero al subir a comprobar lo que estaba pasando, sólo puede oír unos extraños ruidos de procedencia desconocida y verificar que todos los grifos del baño están cerrados. Es en este punto cuando Janet habla con su marido y le expresa su deseo de mudarse de esa casa, pero Jack se opone con rotundidad aludiendo a que no se lo pueden permitir económicamente.
Y otra vez Janet presencia un fenómeno extraño sin desearlo. Esta vez, cuando se disponía a hacer el planchado, una figura negra se materializa ante sus ojos y se mueve hasta desaparecer en otra habitación. En esta ocasión, su madre también fue testigo de una aparición similar en su propia casa.
Convencida de que lo que está viviendo en su casa tiene que tener un origen, empieza a investigar por su cuenta. Visitando varias bibliotecas y archivos históricos de la localidad, consigue averiguar que en la manzana donde se encuentra su vivienda antiguamente había una mina, y por ello varias casas se habían hundido en el pasado. Al retirar los restos del derrumbamiento, se encontraron huesos de cerdo dispuestos en forma de un hexagrama, símbolo que según las fuentes de Janet se asocia con el demonio.
Por fin, una noche, Jack Smurl escucha los mismos ruidos extraños que oye su mujer y presencia cómo una mano invisible la está tocando delante de sus mismas narices. A partir de ahora sí se tomaría en serio lo que Janet y su madre le contaban desde hacía un tiempo.
El matrimonio Smurl invita al párroco de la iglesia donde acuden asiduamente con la esperanza de que pueda ayudarles en su extraña situación. Al principio, este se muestra escéptico, recomendándoles que acudan a un taller para la orientación del matrimonio. El párroco procede a bendecir las estancias de la vivienda; durante este acto es azotado por una fuerte corriente de aire dentro de la misma casa y acaba completamente agotado. Los Smurl respiran tranquilos, pero no por mucho tiempo.
Ya entrados en el mes de abril, mientras una de las gemelas hacía sus deberes apaciblemente, una lámpara que pendía sobre la mesa estalla repentinamente y cae a poquísima distancia de ella. Los Smurl se apresuran a pedir ayuda de nuevo al párroco, pero rehúsa esta vez. Según él, no tiene los permisos suficientes por parte de la diócesis para tratar esos asuntos.
Janet seguía adelante con sus averiguaciones. Por suerte para ella, el matrimonio Warren, conocidos investigadores de temas paranormales y demonólogos en aquella época, acuden a la universidad local a dar una conferencia. Janet aprovecha y se acerca a ellos para pedirles ayuda desesperadamente. Los Warren no dudan de su testimonio y acceden a personarse en la casa.
Ed y Lorraine Warren
Antes de la visita de los Warren, Jack vive una experiencia sobrecogedora. Mientras está viendo la tele en el salón, Janet baja las escaleras aparentemente poseída por algo, y haciendo gala de una fuerza que a ella no le corresponde, lo viola allí mismo.
Cuando los Warren llegan a la casa, Ed entrevista a los Smurl y Lorraine procede a inspeccionar las habitaciones. Para su sorpresa, un móvil de una habitación de las niñas se mueve solo y el armario de ese mismo cuarto desprende un desagradable olor. También puede observar la aparición de una joven ataviada con ropas de otra época. Lorraine les explica entonces que ella siente la presencia de cuatro espíritus en esa casa: el de una anciana, que según ella es inofensivo; el de una chica joven, el espíritu de alguien que murió allí anteriormente y un demonio, que sería el que atacó a Jack. Según Lorraine, el demonio estaría utilizando a los otros tres para destruir su matrimonio, pero no alcanzan a entender por qué. También les comenta que las reparaciones durante los primeros días o la energía de las hijas adolescentes podrían haberlos despertado.
Los investigadores se ponen manos a la obra para intentar ahuyentar a los espíritus. Al provocarlos, algunos muebles, cajones y espejos crujen y experimentan pequeños movimientos. Ed Warren aprovecha para asperjar agua bendita y recitar algunas letanías. Finalmente, los Warren les advierten de que para estos casos no existe una cura, hay que utilizar la “defensa”. ¿Terminaría aquí la pesadilla de los Smurl?
Jack señala el lugar donde al parecer habita el espíritu de la anciana “Abigail”
Lamentablemente, no sólo no cesó, sino que el fenómeno se volvió aún más violento. La noche que siguió al ritual de los Warren, la fuerza demoníaca atacó físicamente a una de las niñas pequeñas. Aquello ya fue demasiado para los Smurl. Prepararon lo imprescindible y se fueron unos días de camping.
Durante estos días que la familia estuvo ausente, los vecinos observaron estupefactos cómo de la casa vacía surgían gritos aterradores y se apagaban y encendían las luces. Incluso llegaron a llamar a la policía para que registrara el inmueble, pensando que habían entrado a robar, pero no encontraron nada anómalo. Mientras tanto, ni aún en el camping, los Smurl pudieron descansar tranquilos. Delante de los ocho miembros de la familia, la figura negra volvió a aparecerse, sumiendo a todos en el pánico.
De vuelta a casa otra vez, reciben una llamada esperanzadora de los Warren: han contactado con un exorcista episcopaliano que quiere colaborar con ellos. Ya es el tercer intento de exorcismo que se hace en la casa, y el fenómeno vuelve a manifestarse mientras toda la familia reza las oraciones junto al exorcista. Al finalizar, hay un agradable olor de rosas en el ambiente. Jack Smurl le pregunta al feligrés antes de que se marche que por qué los ha elegido a ellos. Este le contesta: “Quiere mataros. El Bien y el Mal luchan a través de vosotros. Quiere destruir el amor y la fe que os profesáis porque son los que pueden destruirlo a él. No perdáis la fe”.
Pasaron meses sin que la familia volviera a sufrir ningún incidente. Incluso decían que a veces seguía oliendo a rosas. Podían volver a dormir tranquilos por las noches, lo que para ellos era un gran alivio.
Hasta que un día volvió. Y esta vez empujó a Janet por las escaleras del sótano. Su madre volvió a ver la horrible niebla negra. E incluso Janet cuenta que volvió a ser atacada mientras dormía, levantada a una altura de seis pies y arrastrada fuera de la cama.
Desesperados, deciden contar su historia a la prensa con la esperanza de que la difusión del caso pudiera atraer a alguien que realmente pudiera ayudarles. Aunque no resultó todo como esperaban. Una horda de periodistas los acosaba continuamente en la puerta de su casa, y muchos de sus vecinos del pueblo los tomaron como locos. Finalmente, el obispo les envía al párroco McKenna para que pasara unos días en la casa. Pero al cabo de dos días es reclamado por un superior, por lo que tiene que abandonar la casa sin haber presenciado nada fuera de lo normal.
La asociación del Sagrado Corazón también se ofrece a ayudarlos y acude a la casa de los Smurl portando velas y rezando por ellos.
En junio de 1987, la familia Smurl abandona la casa, según ellos no por los demonios, sino por la molestia que les causaba la opinión pública. Janet sabía, y al poco tiempo le quedó confirmado, que estaban seguían acompañados por las fuerzas invisibles. En mayo de 1989, la iglesia autorizó un exorcismo en la nueva casa, y parece ser que ya fue definitivamente el último, pues ya no volvieron a sufrir el acoso de los demonios que tanto años los habían acompañado.
Jack dejó reflejado en el libro “The Haunted” su terrible experiencia, y en el año 1991 sale la película con título homónimo que también cuenta la historia de esta familia perseguida por los demonios (en España se le da el nombre de “Apariciones” al largometraje).
El caso de los Smurl no se escapa de las críticas de los escépticos tampoco. Miembros del Committee for the Scientific Investigation of Claims of the Paranormal (CSICOP) que quisieron examinar las puebas, se encontraron con la negativa de los Warren, que aseguraban que las grabaciones de vídeo y sonido que habían obtenido sólo se las dejarían ver a la iglesia, y otras se las habían prestado a la prensa, pero no recordaban exactamente a qué canal de TV.
Otros decían que las hijas adolescentes de los Smurl podían haber estado produciendo los ruidos en las paredes para llamar la atención en forma de juego. Incluso sus testimonios fueron tomados como sospechosos, ya que en las entrevistas a veces no relataban los acontecimientos de la misma forma.
También se especuló con la salud mental de los progenitores, ya que Jack Smurl había sido operado del cerebro tres años antes. Un psicólogo incluso se pronunció diciendo que la familia podía estar sufriendo una “histeria compartida similar a la que se había producido durante el caso de las brujas de Salem”, y que ese estrés continuo podía haberse manifestado en forma de alucinaciones o ideas delirantes.
Sobre el tema de los olores, se pudo comprobar que los vecinos llevaban años quejándose del mal sistema de alcantarillado cerca de la casa de los Smurl, del que emanaban malos olores con frecuencia.
Por último, se manejó la hipótesis económica, por los beneficios que pudieron reportarles tanto la película como el libro.
Sea como sea, en el año 2000, el inquilino que habitaba la casa originaria de los Smurl apareció muerto en extrañas circunstancias. En los medios se dijo que había sido por sobredosis.
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