James Courtney y Michael Meehan, tripulantes del S.S. Watertown, estaban limpiando un tanque de las reservas de petroleo mientras se dirigían desde Nueva York al canal de Panamá en 1924. Debido a un insólito accidente, los dos hombres fueron reducidos por unos gases y murieron. Como era la costumbre en aquellos tiempos, los marineros fueron enterrados siendo arrojados al mar en la costa mexicana el 4 de diciembre.
Al día siguiente, antes del atardecer, el primer oficial contó haber visto las caras de dos hombres en las olas por la parte de babor del barco. Permanecieron en el agua durante 10 segundos, y entonces desaparecieron. Desde entonces, las caras de los fantasmas de los marineros pudieron ser vistas por otros miembros de la tripulación. Éstas parecían perseguir al barco en su ruta.
Cuando llegaron a Nueva Orleans, el capitán del barco, Keith Tracy, explicó los extraños sucesos acontecidos a sus jefes de la compañía Cities Service, que sugirieron que fotografiara las etéreas caras. El capitán Tracy compró una cámara para continuar el viaje. Cuando las caras aparecieron en el agua, el capitán Tracy tomó seis fotos y luego guardó la cámara en un lugar seguro. Cuando las fotos fueron reveladas en Nueva York, cinco de las instantáneas no mostraban nada, tan sólo la neblina en el mar. Pero en una de ellas sí aparecieron unas fantasmagóricas caras, probablemente de los marineros fallecidos. El negativo fue comprobado por la Agencia de Detectives Burns para comprobar si había sido manipulado.
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